viernes, 16 de octubre de 2009

Paisajismo inglés del siglo XIX: J.M.W Turner y J. Constable


h-a

Palma, Paula y Olivares, Cecilia


En el siguiente trabajo nos proponemos reflexionar sobre las diferencias entre los artistas ingleses de fines del siglo XVIII y principios del XIX, J. Turner y J. Constable. Si bien ambos comienzan su trayectoria como paisajistas “pintorescos”, enfocados en la forma más que en el tema, alcanzan un momento de inflexión en su producción diferenciándose en cuanto a la concepción del vínculo entre naturaleza y hombre. Esto se debe a las diferentes posiciones ideológicas que cada uno de ellos posee, en una Inglaterra convulsionada por los procesos de industrialización y la incipiente aparición del sistema económico capitalista.
En este marco, el presupuesto que guiará el ensayo es el siguiente: “Turner y Constable se diferencian en su técnica y estilo dentro del paisajismo inglés porque encarnan diferentes ideologías en lucha: el conservadurismo aristócrata y el liberalismo burgués”.
Los objetivos que se buscan alcanzar en nuestro trabajo son:
- reconocer las diferencias estéticas y de trayectoria de Turner y Constable;
- explicar las diferencias de los artistas planteadas por David Solkin a partir de las nociones de materialismo histórico y de estructura y superestructura de Karl Marx.
La metodología que utilizaremos para abordar la reflexión de las diferencias estéticas de estos paisajistas es la lectura descriptiva, explicativa e interpretativa del ensayo de David Solkin y de las obras representativas de Turner y Constable, a la luz de las dos concepciones marxistas antes mencionadas.

J. Turner (1775- 1851) y J. Constable (1776- 1837), pintores paisajistas británicos, románticos del siglo XIX, actualmente ocupan una posición reconocida en el patrimonio artístico y cultural de Inglaterra. Sus reflexiones técnicas y estéticas sobre el óleo, la acuarela, la luz y la naturaleza han influenciado al arte moderno, al arte abstracto y sobre todo al impresionismo y expresionismo. Ambos artistas estaban preocupados por captar la luz natural sobre los paisajes, lograr contrastes de claroscuros y reflejos, pero también por reflejar las emociones, sensaciones e ideas que esa naturaleza les trasmitía.
J. Turner es considerado el “pintor de la luz”: desde joven aprendió la técnica de la acuarela y el óleo, coloreando libros de viaje. La acuarela es considerada el material predominante y fundador del paisajismo inglés. Esta técnica le permitió a Turner crear paisajes y representaciones de la naturaleza más dinámicas, omnipotentes y sublimes: fuego, agua, catástrofes, hundimientos, fenómenos naturales que reflejan el gran poder de la naturaleza sobre el hombre.
Su interés por la filosofía de lo sublime lo coloca en la categoría de pintor romántico. Si bien en sus primeras obras, al igual que J. Constable, los conceptos de la estética paisajista lo condujeron a representaciones formales de paisajes, Turner no estuvo preocupado por una representación realista- naturalista de aquellos. Más bien, buscó plasmar en sus obras las sensaciones y la interpretación de los fenómenos climáticos y naturales. Por lo tanto, en sus obras vemos a una naturaleza que refleja el “humor” del sujeto observador, el cual pertenece al conjunto de hombres- peones de una fuerza superior. Esta noción también es romántica.
Su cuadro “Tormenta de nieve” de 1812 representa una ruptura con el paisajismo inglés, pues el énfasis está puesto en el poder destructor de los fenómenos naturales, en la luz pura, la fluidez de la misma y los efectos atmosféricos efímeros. A partir de este momento, sus pinturas tendrán estas características, a las que podemos sumarles la aparición de objetos poco reconocibles, y una simbología basada en el sol poniente y la luna creciente, además de la reiteración del tópico “mar” y todos los elementos vinculados.
En 1844 presenta su obra “Lluvia, vapor y velocidad”. En ella vemos dos cosas: su preocupación por las teorías de luz y color de Newton y Goethe, y su desencantamiento del mundo que concebía en sus primeros años: el avance del progreso industrial y sus máquinas, representada en el cuadro por el tren y sus vapores, le dan una nueva perspectiva al paisaje y a las luces de la naturaleza.
Jonh Constable, también preocupado por captar las expresiones de la naturaleza, la pintura al aire libre, la luz y la tierra, dedicó períodos de su vida a realizar estudios topográficos, sobre las nubes y las luces o “claroscuros de la naturaleza”, con una mirada científica propia del romanticismo. Así mismo, fue impulsor de la técnica de las pinceladas divididas para expresar el movimiento de la luz, retomado más adelante por los impresionistas. Ambas cuestiones lo convirtieron en un ejemplar de vanguardia en la representación naturalista del paisaje, particularmente, de los paisajes de su niñez. Por estos trabajos, Constable fue condecorado por la Academia Real de Inglaterra.
En 1814 se alejó completamente del paisaje pintoresco, preocupado sólo por las formas, y puso mayor énfasis en las figuras presentes en los escenarios retratados. Aquí se introduce la idea de tema en la obra, en este caso, la armonía del hombre con el “ethos” de los lugares mismos. Su creación parte de una escena particular –un paisaje familiar- hacia un diseño clásico, logrando un orden perfecto que conduce la mirada del espectador a contemplar el equilibrio entre el paisaje de campos cultivados, pacíficos y fértiles y los hombres trabajando ese campo. Esto representa su noción de la naturaleza en relación armónica con el hombre. David Solkin considera a Constable un “pintor de paisajes geórgicos”, refiriéndose a la tradición secular vinculada a Virgilio, pues la representación del granjero trabajando el campo es para el artista los fundamentos de cualquier sociedad civilizada y próspera; la fuerza creadora de la armonía natural y universal que existe entre el ser humano y su entorna natural.
A partir de 1821, en la obra titulada “El carro de heno”, vemos a un Constable en el comienzo de un naturalismo más abstracto, sombrío y melancólico, donde los paisajes reflejan la nostalgia del artista por estar en Inglaterra, lejos de su tierra natal y su campo.
David Solkin dice que ambos artistas comparten un conjunto de preconceptos estéticos propios de lo “pintoresco”, como la noción a priori de la composición paisajística correcta, el uso de una paleta de colores limitada, el manejo generalizado del detalle y la irregularidad de las texturas. Estas características propias de sus primeras obras, los posicionan como artistas no naturalistas, es decir, no pretenden representar objetivamente en sus cuadros cómo era un lugar, o la vida y costumbres del campo, por ejemplo, sino una representación general preconcebida de un paisaje. De ahí que afirma que sus preocupaciones eran la forma y no el tema.
Sin embargo, más adelante, estos autores se apartan de esta norma estética por diferentes formas de concebir la naturaleza. J. Turner, en un primer momento tiene una doble visión de la naturaleza: como benefactora del hombre, pero peligrosa y maligna también. Presenta el conflicto del hombre con otros hombres y con la naturaleza misma como algo natural y universal a la condición humana. Estos conflictos son interminables, en la medida en que los hombres deben competir con otros en un sistema capitalista de mercado no regulado, para su supervivencia. Este mercado es el símbolo de la lucha del hombre con la naturaleza, ya que en él predomina la ley del más fuerte.
Turner proyecta un ideal heroico en este nuevo sistema, al cual adhiere y manifiesta en una de sus obras más trascendentes: “Tormenta de nieve: Aníbal atravesando los Alpes”. En ella no vemos más que un perfil de las montañas veladas por una fuerte tormenta de colores fríos y oscuros. Este héroe es aquel hombre pequeño, en relación a las fuerzas descomunales de la naturaleza, que se enfrenta pese a todo a ella. También es el sujeto que se siente amenazado por sus iguales en una gran urbe (Simmel), y por lo tanto recurre al entendimiento a la lógica monetaria cuantitativa para escapar de esa amenaza. El héroe, también es el artista, cuando se propone plasmar la naturaleza en sus cuadros. La visión de mundo de J. Turner es la de un viajero asocial y desarraigado, que no disfruta el sentido de comunidad, sino la del desarrollo individual. En cambio, la visión de mundo J. Constable es ingenua y paternalista, fundada en una moral espiritual, conservadora y terrateniente. Cree en el orden perfecto del ciclo de la naturaleza, donde incluye la actividad industrial del hombre sobre el campo como algo natural.
Es necesario retomar del apartado anterior el modo en que Solkin explica las diferencias de estilo entre Constable y Turner. Para Solkin estas diferencias entre los artistas tienen su origen en los modos distintos de concebir el mundo, las relaciones interpersonales, la naturaleza, es decir la REALIDAD. Pero esos modos de concebir, de ningún modo tienen una propia sustantividad, sino que son resultado de las condiciones materiales de sus existencias. La explicación de Solkin es materialista , ya que considera que el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual de los artistas. Entonces, para poder explicar las diferencias entre Turner y Constable es necesario señalar las ideologías de la que forman parte cada uno de ellos.
Para delinear el contexto histórico a grandes rasgos, los autores nacen hacia finales del siglo XVIII en una fase de modernización de las formas de vida. Una nueva sensibilidad brota en medio de una atmósfera de agitación, turbulencia y revoluciones recientes. Los sujetos no encuentran una comunidad de pertenencia con la cual identificarse. Viven en un estado de desconcierto, buscando definir nuevas experiencias que aún no han terminado de identificar. Turner en sus obras ha reflejado audazmente la atmósfera reinante. La acuarela como técnica le permite pronunciar este caos e indefinición.
La vida adulta de los artistas se desarrolla en una segunda fase del proceso de modernización del mundo . El hombre tiene la “sensación de estar viviendo una época revolucionaria, una época que genera insurrecciones explosivas en todas las dimensiones de la vida personal, social y política. Con lo cual tiene fe en su papel de actor y transformador de la historia y en que se encamina indefectiblemente hacia e progreso. Estas sociedades se mueven simultáneamente en dos planos: un pasado premoderno, estable (ahora desmitificado) y este presente convulso que engendra un lúgubre escenario fabril, urbano, mercantilista y de masas desconformes.
Estas son las dos ideologías que encontramos en los artistas. Constable tiene la ideología de la aristocracia en decadencia, desplazada por una burguesía en pleno apogeo en este momento. Experimenta la modernización de las formas de vida como una amenaza a su historia y a sus tradiciones, de ahí que sus obras encarnen los mitos nostálgicos de un paraíso perdido premoderno. Concibe que la base de cualquier civilización próspera esta en la fuerza de trabajo del hombre en la tierra. Naturaliza las circunstancias de la agricultura moderna, sin poder ver las injusticias y la explotación.
Pero despierta de ese sueño geórgico con las rebeliones y saqueos campesinos ocurridos luego de las guerras napoleónicas, cuando las contradicciones sociales lo sacuden.
Turner es el viajero que encarna la ideología burguesa moderna, que advierte un entorno que promete aventuras, poder, crecimiento y que al mismo tiempo amenaza con destruir todo lo que tenemos, y en el que las experiencias rompen las barreras geográficas, étnicas y de clase. No concibe un mundo armónico ni siquiera como ideal, sino que la vorágine de desintegración y renovación, de lucha, contradicción y ambigüedad, es el escenario propicio para generar en él una ideología heroica. Si su espíritu moderno se refleja en la dinámica y el desvanecimiento de las cosas, su espíritu capitalista se refleja en el manejo de su trayectoria artística. Según Solkin, Turner, tenía grandes dotes para la publicidad y la auto promoción, y por ejemplo, utilizaba el paisaje histórico para competir con los grandes maestros del pasado.
En conclusión, la explicación que da Solkin al respecto de los autores concibe al arte como un eslabón más en la malla de la sociedad. El arte es una manifestación ideológica respecto de las condiciones materiales. No refleja la realidad como si fuera un objeto concreto y accesible, sino las ideologías que captan esta realidad. Turner y Constable, en sus primeras épocas, encarnan dos ideologías en pugna. Pero, hacia el final de sus vidas, comparten una visión desencantada del mundo producto de los conflictos sociales, de las contradicciones que comienzan a latir en una etapa donde el sistema capitalista y la vida moderna están en pleno apogeo.

notas:

Solkin, D. “ El vendedor viajero y el hijo del granjero: el arte de J.M.W. Turner y Jonh Constable”
El materialismo es una teoría científica sobre la formación y desarrollo de la sociedad: todo el desarrollo de la sociedad se explica desde lo económico, desde la producción de los bienes materiales. La base de todo orden social es la producción, y desde esta se explica toda la historia. Pero Marx, afirma, al igual que Hegel, que la dialéctica es el motor de la historia. Concibe la historia animada por la presencia de la contradicción en el seno de la realidad, es decir, de la materia, de lo económico. Por consiguiente, las contradicciones históricas son las que tienen lugar en el nivel de la estructura económica, en las relaciones entre los propietarios de los medios de producción y las fuerzas productivas. Estas contradicciones se manifiestan en la lucha de clases.
Para entender el concepto de ideología es necesario desarrollar los de estructura y superestructura. Se da el nombre de estructura al conjunto de las relaciones de producción que constituyen la base económica de la sociedad. Sobre ésta se levanta la superestructura ideológica, compuesta por las concepciones políticas, jurídicas, morales, estéticas, religiosas y filosóficas. Es decir, las formas de conciencia social. Esta ideología encubre la explotación de la clase trabajadora, ya que la clase que dispone de los medios para la producción material, dispone al mismo tiempo de los medios para la producción intelectual. De modo que cada clase dominante crea su cultura y su arte para justificarse y perpetuarse en el poder.
Berman plantea 3 fases distintas de la modernización del mundo: una primera desde comienzos del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, en la que surge la vida moderna generando gran desconcierto; la iniciada con la revolución francesa a la que corresponden los aristas, y una tercera iniciada en el siglo XX en la cual el proceso de modernización se expande para abarcar todo el mundo el S XIX y comienza la crítica posmoderna.





















Bibliografía:

Solkin, D. “El vendedor viajero y el hijo del granjero: el arte de J.M.W. Turner y Jonh Constable”
Berman, M. “Introducción a la modernidad: ayer, hoy y mañana”.
Apuntes de cátedra: Principales Corrientes del Pensamiento Contemporáneo.

Vistas de página en total

Ideas y pensamientos

  • aaah: que esto se convierta en red, sin propietarios. Por eso amigos de Google, MSN, Facebook, estamos a un paso del sueño de Marx. Solo falta que renuncien a la propiedad del aire.
  • ah la petulancia de Nietzsche, abusando de su enfermedad para ser inmune
  • AH. LA PETULANCIA DE SOCRATES CUANDO DIJO "SOLO SE QUE NO SE NADA".:LO CORRECTO ES EL ENUNCIADO "EL QUE NO SABE NO LO SABE". SOCRATES ANTICIPÓ A DESCARTES COMETIENDO EL MISMO ERROR, LA MISMA MODESTIA INTELECTUAL, QUE LUEGO DIJO "NO DUDO QUE DUDO". PUEDO DECIR "SOLO DIGO QUE NO HABLO". POR ESO ESTAS JUGADAS DEL LENGUAJE SON MUY LEJANAS Y CONFUNDEN. SOCRATES SABIA Y NO ERA UN SABIO. NO SE PUEDE ESTAR TAN SEGURO DE QUE NO SE SABE, DE QUE SE DUDA, DE QUE SE EMPLEA EL LENGUAJE.
  • basta de mirar las ilusiones
  • cuando mas se persigue algo mas se depende
  • LA TRAGEDIA INVOLUCRA AL AUTOR
  • LA VERDAD NO ES UNA PERO DEBE SER ALGO
  • solo se ama a los hijos como se debe amar a una mujer
  • un sueño suele costar la vida

Espacios más visitados